Misiones

 

Ya llevamos 2700 km de ruta!

Siguiendo la recomendación de un señor muy amable que conocimos en el camping de Florianopolis tomamos la ruta 101 para ir hasta Puerto Iguazú. Los primeros kilómetros transcurrieron tranquilos, estábamos casi solos en la carretera pudiendo admirar el paisaje, compuesto de una variedad de verdes espectacular. Montañas, bosques, llanos, ríos, lagunas, pueblecitos y tierra colorada característica de esta zona por todas partes. En los últimos kilómetros entramos en el parque nacional de Iguazú y la carretera se transformó en un camino estrecho de tierra que atravesaba la selva. Reducimos el ritmo y viajamos a la velocidad del paisaje tratando de no disturbar mucho la naturaleza que nos rodeaba y admirando la selva, sus árboles, plantas, flores, mariposas e insectos de todo tipo. El primer tramo fue seco, hacía mucho calor y los vehículos levantaban polvo al pasar que casi sin notarlo se colaba por todas partes tiñéndolo todo de rojo. Luego de repente empezó una fuerte tormenta tropical y toda esa tierra se convirtió en barro, un barro rojísimo y muy pegadizo. En algunos tramos no fue suficiente con el 4×4 e incluso tuvimos que activar la reductora para poder seguir adelante. Fue una aventura muy divertida!

Puerto Iguazú me sorprendió mucho, mientras algunas partes están llenas de hoteles y/o bungalows con bonitos céspedes y piscinas, otras zonas son aún calles sin asfaltar llenas de socavones formados por las lluvias torrenciales, donde el mejor juego de los niños es saltar en los charcos llenos de barro.

Nos alojamos en el camping agreste Costa Ramón, muy recomendable! Bien de precio, con agua caliente todo el día, wifi, piscina, zona común con barbacoa, un entorno precioso y un trato muy familiar. Su dueño, Carlos, siempre “esta de joda”(es un cachondo) y siempre está dispuesto a ayudarte en lo que necesites.

La visita a las cataratas de Iguazu que tanto habíamos anhelado no nos defraudó, fue espectacular. Es muy difícil de explicar todo lo que se vive y se siente en ese parque. La naturaleza está viva y allí puedes contemplarla en todo su esplendor. La fuerza del agua abriéndose paso por todos los rincones formando un salto detrás de otro hasta llegar a los 275 que conforman estas cataratas y el sonido de la selva y de todos sus animales son indescriptibles.

El mamífero más grande del parque es el “jaguareté” un jaguar de tamaño pequeño muy difícil de ver, nativo y exclusivo de esta zona del mundo y en peligro de extinción. Le siguen los monos y los coatís, estos últimos los encontramos en gran número sobretodo aglomerados en las zonas de descanso de los turistas, pidiendo comida. En el aire muchísimas especies de aves, la más llamativa el tucán grande, el cual tuvimos la suerte de ver. También vimos montones de mariposas de diferentes colores y tamaños encantadas con la visita de los turistas para poder posarse sobre ellos y absorber sus sales, dato que aprendimos en el parque. Resulta que ellas se alimentan de sales y en la selva estas escasean, por eso se las suele ver posarse en excrementos, restos orgánicos, animales y/o personas, es su manera de alimentarse! También vimos muchos insectos… Y en el agua, caimanes, tortugas y peces.

Un paraíso digno de visitar.

Pasamos tres noches en el camping, se estaba tan bien que nos hubiéramos quedado una eternidad! La única pega los mosquitos… que como siempre no me dejaron tranquila ni una noche…  

Continuamos el viaje hacia los Saltos del Tabay, una pequeña cascada del arroyo Tabay antes de desembocar en el rio Paraná. En el salto te puedes bañar, es un lugar muy bonito y sin turistas. Los únicos extranjeros éramos el unimog y cactus, llamando mucho la atención de todos los locales que se acercaban a preguntar y a hacerse fotos. (como ya nos viene pasando en muchos sitios)

Dentro de esta provincia el próximo punto que nos interesaba visitar eran las ruinas de las misiones jesuíticas de San Ignacio, muy cerca de Posadas. Muy poco indicado y muy poco turístico pero muy interesante! Las misiones jesuíticas guaraníes (que así es como se llamaban las de esta zona) empezaron en el año 1609 y en ellas los jesuitas se proponían educar y difundir la religión católica entre los indígenas y al mismo tiempo protegerlos de las formas coloniales de explotación. Algunas de las ventajas para los indígenas de vivir en una reducción eran, además de escapar de la explotación española, el huir del hambre, conservar su idioma, progresar en ámbitos culturales y organizar su defensa ante tribus vecinas. También había desventajas como el cambio de terreno, la perdida de la libertad como la practicaban hasta entonces y el tener que convivir con tribus extrañas.

Y hasta aquí nuestro viaje por Misiones, nos despedimos de Maciej, Gosia, Tomek y su unimog, no sin que antes Jose le metiera mano al unimog y arreglara un par de cosas que no acababan de funcionar bien, si es que le encanta!

Esperamos que os haya gustado! 🙂

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